El corazón lleno de nombres

Al final del camino me dirán
- ¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo sin decir nada,
abriré el corazón lleno de nombres...

Pedro Casaldáliga

jueves, 4 de octubre de 2012

El mejor lugar

Una hermana de mi comunidad estudia en Guanajuato, a una hora de distancia de donde vivimos. Como coincidimos poco, cuando puedo me gusta llevarla allá en el coche. Salimos tempranísimo y llegamos a tiempo para desayunar un pan de dulce antes de su hora de entrar a clases.
Guanajuato es una ciudad preciosa y que además me trae buenos recuerdos, así que la última vez que fui, pensé que era buena idea elegir un lugar bonito donde quedarme a rezar antes de volver a la casa.  Pero claro, las 8 de la mañana es hora pico, y entrar en coche al centro de Guanajuato es una locura.
Hmmm... ¿y si voy a la Presa? Impensable, nunca hay lugar para estacionarte. ¿Encontrar un café? Nada se veía suficientemente acogedor. ¿Y si mejor regreso a la casa y ya? Pero para entonces serían más de las 9, y empieza el movimiento: teléfono, gente, la presión del trabajo... Ya no queda mucho espacio para la oración.
De pronto me dí cuenta de que lo que estaba haciendo tenía una lógica bastante absurda. Si me estuviera acompañando mi mejor amiga y quisiéramos hablar, ciertamente pensaríamos dónde detenernos para estar a gusto... pero la conversación empezaría ahí, en el coche, en medio del tráfico.
¿Cuál es el mejor momento para hablar con alguien? Cuando esa persona está junto a ti. No necesitas tener un café delante. Ni un té. Ni esperar a llegar a un lugar especial. Todo eso pone un marco que puede ayudar, pero ¿por qué posponer la oportunidad de escuchar, de callar, de compartir? Lo único realmente necesario es estar presentes, y entonces cualquier espacio, cualquier momento, puede volverse memorable.

Di media vuelta y tomé la carretera. El sol de la mañana iluminaba los cerros. Dejé que los colores entraran por mis ojos y me fueran llenando.
Ahhh... la Presencia.
Y sin palabras dije: "¿Cómo ves, Señor? ¿Nos vamos a la casa?"