El corazón lleno de nombres

Al final del camino me dirán
- ¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo sin decir nada,
abriré el corazón lleno de nombres...

Pedro Casaldáliga

viernes, 18 de diciembre de 2020

Descansemos

Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera.  (Mt 11, 28-30)

La humildad descansa. Esa humildad que consiste en la verdad: qué puedo hacer y qué no. Qué cosas sé y cuántas otras ignoro. La soberbia, en cambio, es agotadora: puedo con todo, yo lo sé todo, soy el primero, no me puedo dar el lujo de quedar en segundo lugar, no debo tirar la toalla, no se vale rendirse… ¡Cuántas veces repetimos esos discursos, pensando que nos hacen “superarnos”! Jesús en cambio nos invita a descalzarnos, a bajar las manos, a reconocer nuestra verdad: nuestras cargas, nuestros agobios, nuestros cansancios.

No nos ofrece una vida “light” o sin responsabilidades. Sencillamente, nos ofrece la alternativa de vivir desde la mansedumbre, compartiendo mutuamente nuestras cargas, y aceptando que, casi siempre, hacer lo que podemos es ya suficiente. 

Clara Malo C. rscj

Imagen: George Rorris


domingo, 8 de noviembre de 2020

Cuidar nuestro aceite

Esta semana me ha acompañado el evangelio de hoy: la historia de las jóvenes necias y las prudentes. Preparar la oración para una comunidad me dio el pretexto perfecto para rumiarlo, darle vueltas, dejar que me hablara. 

Aunque sé que puede haber otras lecturas, quizás este tiempo de pandemia me llevó a pensar en ese "aceite" que necesitamos para sentirnos vivas y que nuestra vida tenga luz. Los espacios de rehacernos, las amistades cercanas, las personas con quiénes reír, los gestos de cariño, la relación honda y verdadera con el Señor, el pequeño círculo con quién compartir lo que hay en nuestro corazón, el mirar espacios verdes... Cada quién sabe cuáles son los lugares, personas y experiencias que vuelven a llenar nuestra lámpara. Y el buscar esos espacios es nuestra responsabilidad: hay cosas que nadie puede hacer en nuestro lugar, nos tocan a nosotros. 

  • Nadie puede cuidar nuestra salud o descanso, nos toca hacerlo.
  • Nadie va a alimentar nuestra relación con Dios, - o el amor en nuestro matrimonio - si nosotros no nos damos el tiempo para hacerlo.
  • Nadie elige por nosotros qué alimenta nuestro espíritu: son pequeñas decisiones las que definen qué escuchamos, con quiénes pasamos el tiempo, si nos damos espacio para profundizar o nos escapamos en la superficialidad.

¿Cómo anda el nivel de aceite en tu relación de pareja? ¿En tu relación con Dios?  ¿En tu corazón?  ¿Te sientes llena, o te has ido quedando vacía?

Hoy es un buen momento para escuchar la voz del Señor: No te apagues, te necesito encendida. No quiero que te quedes sin aceite. Corre, es tiempo. Respira profundo y llena tu vasija de aceite. Te conozco, no te cerraré la puerta, pero ve... busca tu aceite. Porque va a empezar la fiesta, y te necesito luminosa... iluminando. 

Clara Malo C. rscj

domingo, 12 de abril de 2020

Quédate con nosotros (en cuarentena)

El evangelio de Emaús se lee la tarde del domingo de Pascua, sin embargo empecé a rezarlo hace casi un mes, cuando inició en México la transición a la cuarentena. Mientras se iban cerrando espacios públicos: escuelas, misas dominicales, cines... y se cancelaban actividades largamente planeadas, venía a mi mente el desconcierto de esos dos discípulos que iban caminando hacia Emaús.
"Nosotros esperábamos..." que la vida siguiera como si nada, pero de pronto nos vimos paralizados por una crisis que no dimensionamos. Entre el asombro y el miedo, nos hemos ido llenando de información, de fake news, de memes, y tal vez ese exceso de ruido no nos permite ver a Aquel que camina con nosotros.

"¿De qué vienen discutiendo en el camino?" Quizás lo primero que necesitamos es platicar con Jesús esto que nos preocupa: "¿Eres el único que no sabe lo que está pasando???" Puedo imaginar la sonrisa discreta de Jesús mientras le contamos nuestra preocupación y frustración, una mezcla confusa de salud, política, reflexiones, aprendizajes... Pero a estas alturas, creo que también será bueno callar. Confiemos en que, de alguna manera, nos irá explicando las cosas, desenmarañando los hilos, serenando las angustias, dejándonos ver lo esencial. Dejmos que también nos reproche la dureza de corazón y entendimiento.

Como los discípulos de Emaús, nos hemos distanciado de nuestra vida normal, de nuestra Jerusalén donde trabajamos y convivimos, para bien y para mal. En esta "noche", entramos a nuestra casa. El último día que los maestros fuimos al colegio, esta fue nuestra oración: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Nos quedaremos en casa, con nuestra incertidumbre y nuestros miedos, pero por favor, quédate con nosotros.

El evangelio nos dice que fue ahí, en la casa donde se habían auto-aislado, que se les abrieron los ojos y reconocieron a Jesús. El momento clave fue el de partir el pan. ¿Cómo se parte el pan en estas circunstancias? Las últimas semanas nos han dado muchos ejemplos: los grupos que se organizan para repartir despensas, los médicos, enfermeras, personal de limpieza, que se juegan la vida y la salud entregándose a los demás. Pero también sé de familias que estos días compartieron su fe con mucha profundidad, haciendo en casa las celebraciones de Semana Santa y atreviéndose a hablar desde el corazón. Hay quien "parte el pan" cuidando a un enfermo, o a un pariente anciano. Los papás y mamás que cuidan a sus hijos 24/7 y aún se dan el tiempo de compartir mensajes de esperanza.  Pienso que cada uno de ellos, cuando tarde o temprano llegue el momento de "volver a Jerusalén", podrán contarnos cómo reconocieron a Jesús.
Ojalá que también, cada uno de nosotros, les pueda decir, "Es verdad, ha resucitado". Porque sabremos, con todo nuestro ser, que la última palabra no la tiene la muerte. La tiene el Amor.

Clara Malo C. rscj