Esta mañana recé escuchando "Rezando voy", y para mi sorpresa, nos invitaban a sentarnos en el regazo de Dios y escuchar su susurro, diciéndonos estas palabras:
"En los días buenos te he respondido. Cuando las cosas iban
bien yo estaba contigo. Te cuidé y te hice sentir que éramos aliados. También
en tus sombras, en los días grises, en los momentos de oscuridad, he querido
gritarte: “¡Ánimo! ¡Sal! ¡Ven a la luz!” “No te rindas”.
Habrá en tu camino lugares donde descansar. Habrá pan en tu
mesa, y aunque haya etapas de desierto, te llevaré hacia oasis donde puedas
reponerte. Yo, que te guío, te quiero con pasión. Haré que tus pasos encuentren
el sendero y que puedas sortear las dificultades. E igual que tú, otros muchos,
hombres y mujeres, de todos los países, de todos los tiempos. Juntos cantaréis,
y os alegraréis, cuando os deis cuenta de quién soy Yo.
Sé que a veces pensarás que te he abandonado, que no me
oirás, que te asaltará la duda, la desazón o la incomprensión, y te preguntarás
si acaso te quiero. Pues bien, no lo dudes: jamás te olvidaré ni dejaré de
amarte. Más incluso de lo que una madre quiere al hijo salido de sus entrañas.
Yo, tu Dios, te quiero..."
La "traducción" no es mía, es de José Ma. Rodríguez Olaizola. Y después de leerla, creo que no necesito decir nada más...
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