"Quienes se acercan a la Iglesia deberían encontrar las puertas abiertas, y no encontrarse con controladores de la fe", dijo hoy el Papa Francisco... Esta fue su homilía:
Recuerdo una vez, al salir de la ciudad de Salta, en la fiesta patronal, que había una señora muy humilde que quería la bendición de un sacerdote. El cura le dijo, ‘bueno, pero si usted ya estuvo en la misa’, y le explicó toda la teología de la bendición de la misa, y lo hizo bien. “Bueno, padre, gracias, padre”, decía la mujer. Cuando el sacerdote se fue, la mujer se volvió hacia otro sacerdote y le dijo: ‘¡Deme la bendición!’. Las palabras del primer sacerdote no hicieron eco en ella, porque su necesidad era otra: necesitaba ser tocada por el Señor. Esa es la fe que buscamos, la fe que nos da el Espíritu Santo. Debemos facilitar esta fe, hacerla crecer, ayudarla a crecer.
El Papa también recordó la historia del ciego de Jericó, que fue reprendido por los discípulos por gritarle al Señor: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”. “El evangelio dice que ellos no querían que el gritara, pero él insistió gritando todavía más. ¿Por qué? ¡Porque tenía fe en Jesús! El Espíritu Santo había puesto esta fe en su corazón. Y ellos le decían: ‘No, no puedes hacer eso. No puedes gritarle al Señor. Va contra el protocolo, es la segunda Persona del la Santísima Trinidad, fíjate en lo que estás haciendo,!’ Es como si le dijeran eso, ¿no?”
Y evocó entonces la actitud de muchos cristianos: “Hay cristianos buenos, gente de buena fe, por ejemplo el secretario o la secretaria de una parroquia: ‘buenos días, buenas tardes, nosotros dos – una pareja de novios- queremos casarnos’ Y en lugar de decirles ¡Qué bueno! Les dice: ‘Hm, muy bien, tomen asiento; si quieren la misa, cuesta tanto…’ Es decir, en lugar de recibir una bienvenida cálida, el mensaje de que es una buena cosa que se casen, la respuesta es: ‘a ver, ¿traen su certificado de bautismo?, muy bien…’ De hecho, lo que están encontrando es una puerta cerrada, cuando estaba la posibilidad de abrir una puerta, aprovechando la ocasión de un matrimonio. Muchas veces somos controladores de la fe, en lugar de convertirnos en facilitadores de la fe de la gente."
Y siempre tenemos la tentación – dijo el Papa – de “apropiarnos del Señor”. Y contó esta otra historia:
“Piensen en una madre soltera que va a la Iglesia y le dice también a la secretaria de la parroquia: ‘quiero bautizar a mi hijo’. Y entonces este cristiano, esta cristina, le dice: ‘No, no se puede porque usted no está casada’. Piensen en esta chica que tuvo el valor de llevar adelante su embarazo en lugar de regresar al niño al remitente… ¿y qué encuentra? ¡Una puerta cerrada! ¡Eso no es celo! ¡Está lejísimos del Señor! ¡No abre las puertas! Cuando vamos por ese camino, cuando tenemos esta actitud, no le hacemos bien a la gente, al Pueblo de Dios. Porque Jesús instituyó siete sacramentos, pero con esta actitud estamos estableciendo el octavo: el sacramento de la Aduana Pastoral.”
“Jesús se indigna cuando ve estas cosas – subrayó el Papa – porque quien sufre es el pueblo fiel, ese pueblo al que Jesús ama tanto”.
“Hoy pensemos en Jesús, quien siempre nos ha querido cerca de sí, pensemos en el Santo Pueblo de Dios, la gente sencilla, que quiere acercarse a Jesús, y pensemos también en tantos cristianos de buena voluntad que están equivocados, y que en lugar de abrir la puerta la cierran, pensando que actúan bien… Pidamos al Señor que todos los que se acercan a la Iglesia encuentren las puertas abiertas, abiertas para encontrarse con el amor de Jesús. Pidamos esta gracia”.
(Homilía del Papa Francisco. 25 de mayo 2013)
Traducido de Radio Vaticano
Traducido de Radio Vaticano
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