El corazón lleno de nombres

Al final del camino me dirán
- ¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo sin decir nada,
abriré el corazón lleno de nombres...

Pedro Casaldáliga

domingo, 15 de agosto de 2021

La fiesta del Abrazo

La fiesta de la Asunción es muy recordada, pero creo que poco comprendida. Sin embargo, de unos años para acá, es de las afirmaciones de fe de la Iglesia que me dan más consuelo y esperanza. Tiene qué ver cómo entendemos el cuerpo y el alma ("en el cielo hay también lugar para el cuerpo", dijo Benedicto XVI al hablar sobre esta fiesta), y también con cómo imaginamos el encuentro con nuestro Dios después de esta vida. 
¿Qué “parte” de nosotros es la que se encuentra con la vida definitiva? No podemos decir que solamente el “alma”... sino todo nuestro ser, nuestra capacidad de relación, nuestra historia cargada de experiencias, todo aquello que nos permite decir “yo”. Cuando en la fiesta de la Asunción celebramos que María “fue asunta” al cielo en cuerpo y alma, lo que estamos diciendo es que Dios la recogió y abrazó entera; toda ella, con su historia, su vida, su memoria.  

El cuerpo nos sirve para relacionarnos con el mundo a través de nuestros sentidos, para entrar en comunicación con los demás a través de la vista, la palabra, el tacto y para transformar la creación interactuando con ella. Que María esté con Dios “en cuerpo y alma” significa que su capacidad de vernos y escucharnos sigue intacta, aunque no sea con los ojos y los oídos que tenía en Nazaret. Y lo que Dios hizo con María, primera creyente, lo hace con nosotros, cada uno de sus hijos. Así seremos recogidos, asumidos, abrazados. 

Cuando pienso en tantas muertes solitarias, en las familias que no pudieron despedirse y bendecir a sus enfermos, he pensado también en la fiesta de la Asunción. María, toda ella, se perdió en el abrazo de Dios.  Pienso que así nos abraza a cada uno, que así nos busca, que así nos recoge.  A quienes murieron sin el contacto consolador de la mano de sus hijos, a quienes mueren todavía hoy en circunstancias en las que no quiero pensar, los recoge en cuerpo y alma, con cuerpos que ya no están atormentados, que respiran libremente, que pueden danzar.