¿Sabes? desde siempre he estado del lado de la lucha por un mundo más equitativo, un poco más parejo; he hecho mil cosas... pero no hemos conseguido nada, no ha habido cambios y después de 50 años de lucha no veo para qué. Decía un maestro de la carrera que no debemos llorar de impotencia, pero ya no sé qué hacer...
El correo tenía su origen en la preocupación y dolor ante las noticias de hambruna en la Sierra Tarahumara. Una "noticia" que en realidad no es novedad: cada año hay hambre. Cada año se reparten cobijas y despensas, en un ciclo interminable. Es como las noticias de desastres naturales: viene un terremoto o una inundación, nos impresionamos, mandamos algo de ayuda... y nos quedamos tranquilos hasta el siguiente desastre. O hasta que se nos vuelve a despertar la conciencia. Sólo que aquí el desastre no es "natural"; es un desastre provocado por la injusticia, la indiferencia y la corrupción.
Pero lo que me dolió no fue tanto eso, sino la desesperanza. Tuve que pensar bien mi respuesta, porque no quería contestar con frases que sonaran prefabricadas. La animé a llorar y a sentir, porque creo que hay lágrimas (de indignación, de impotencia, de dolor) que nos ponen en sintonía con Dios. Le compartí lo que he experimentado en muchos momentos: la muerte parece presente en todas partes, pero hay acciones que detienen su avance. Como si la luz ganara espacios... Aún sabiendo que no está en nuestras manos resolver todo (ni aún un poco), podemos ser parte de las redes de vida, de solidaridad, de esperanza, que se expanden como hierba con la lluvia.
Esto me recuerda un poco "La historia interminable", de Michael Ende. La tierra iba desapareciendo ante el avance de la Nada, pero en la medida en la que se fortalecía la fe y la imaginación, reaparecían espacios. Lo mismo ahora: pareciera que "la Nada", va haciendo el mundo seco y gris, pero al mismo tiempo hay miles de personas pensando cómo mandar ayuda, firmando peticiones de defensa de los animales, logrando que se mantenga el derecho a la expresión en internet, organizando proyectos comunitarios. Lo he visto. Lo he tocado.
Esto me recuerda un poco "La historia interminable", de Michael Ende. La tierra iba desapareciendo ante el avance de la Nada, pero en la medida en la que se fortalecía la fe y la imaginación, reaparecían espacios. Lo mismo ahora: pareciera que "la Nada", va haciendo el mundo seco y gris, pero al mismo tiempo hay miles de personas pensando cómo mandar ayuda, firmando peticiones de defensa de los animales, logrando que se mantenga el derecho a la expresión en internet, organizando proyectos comunitarios. Lo he visto. Lo he tocado.
Pero esto también es cosa de fe, y creo que a veces lo mejor que podemos hacer es poner en manos de Dios nuestra esperanza frágil y maltratada. Estos días he estado escuchando esta canción, que de alguna manera dice esto:
EN TUS MANOS (Cecilia Rivero Borrell, rscj)
Toma nuestro ser por tu cuenta SeñorQue si no es así, a quién iremosToma nuestra vida por tu cuenta SeñorQue si no, dinos qué es lo que haremosNuestra arcilla entera en tus manos Señor,Que si no, inútilmente sufrimosNuestros sueños todos por tu cuenta SeñorQue si no, el horizonte perdemos.NUESTRA SED DE JUSTICIA EN TUS MANOS SEÑORQUE LA MUERTE NO ESPERA Y AVANZA,NUESTRO AFÁN DE ESPERANZA EN TUS MANOS SEÑOR,QUE SI NO EL SIN SENTIDO NOS CANSA.Nuestro modo de orar por tu cuenta Señor,Que nos haga ligera la carga,El trabajo y la lucha por tu cuenta Señor,Que si no se interrumpe esta danza...