El corazón lleno de nombres

Al final del camino me dirán
- ¿Has vivido? ¿Has amado?
Y yo sin decir nada,
abriré el corazón lleno de nombres...

Pedro Casaldáliga

miércoles, 23 de febrero de 2022

Piedras imperfectas


No cabe duda que Pedro ocupó un lugar especial en el grupo de los discípulos. Jesús confió en él para construir y guiar a la primera comunidad cristiana, no porque Pedro fuera perfecto, sino porque Jesús reconoció en él las cualidades necesarias para ser una piedra firme, que confirmara la fe de los demás.

La verdadera piedra sobre la que está edificada la Iglesia es Jesús, pero él confió en este hombre – testarudo a veces, alguna vez cobarde, pero también amigo fiel – para ser el primero entre sus hermanos. Todos somos un poco así: “piedras” imperfectas, pero que juntas podemos formar una comunidad a la que los poderes de la muerte no podrán vencer.

sábado, 5 de febrero de 2022

"Aléjate de mí..."

«Maestro, hemos trabajado durante toda la noche y no hemos pescado nada; pero, si tú lo dices, echaré las redes.» Así lo hicieron, y pescaron tal cantidad de peces, que las redes casi se rompían... Al ver esto, Simón Pedro se arrodilló ante Jesús, diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador.» 

¿Por qué será que la bondad, la libertad y la generosidad de Jesús nos asustan? Simón y sus amigos estaban cansados y decepcionados: una noche completa de trabajo en vano. Pero cuando llega la pesca y la barca está llena, el impulso de Simón es decir: “¡Apártate de mí!”.

Conozco muchas personas que, cuando se les habla de amor, o de perdón, o incluso si les pasa algo muy bueno, instintivamente dicen “esto no es posible”, “no me lo merezco” o “seguro se acaba pronto”. Nos cuesta creer que Dios está de nuestro lado, y que, además, cuenta con nosotros. Jesús no se fija en si Simón es o no un pecador: simplemente lo quiere en su equipo.

Cuando sintamos la tentación de decir: “Apártate de mí”, ojalá escuchemos resonar en nuestro corazón su respuesta: “No temas. En adelante, serás pescador de hombres”.

Clara Malo C. rscj

miércoles, 26 de enero de 2022

Es hora de brillar

Jesús les dijo también: «Cuando llega la luz, ¿debemos ponerla bajo un macetero o debajo de la cama? ¿No la pondremos más bien sobre el candelero? No hay cosa secreta que no deba ser descubierta; y si algo ha sido ocultado, será sacado a la luz...»

Les dijo también: «Presten atención a lo que escuchan. La medida con que ustedes midan, se usará para medir lo que reciban, y se les dará mucho más todavía. Sépanlo bien: al que tiene se le dará más, y al que no tiene se le quitará incluso lo que tiene.»  (Marcos 4, 21-25)

La parábola de la luz nos invita a compartir con valentía, con frescura, con alegría, los dones que tenemos y la verdad que hemos recibido. Pero ¿qué quiere decir eso de que “al que produce se le dará más y al que no produce se le quitará incluso lo que tiene”? ¿No es una injusticia? Aparentemente, sí, pero si pensamos en los efectos de la “luz”, nos damos cuenta de que, cuando compartimos con alegría, la alegría se multiplica. Lo mismo pasa con la libertad, la consolación, la esperanza, el amor… El que tiene amor y lo comparte, tendrá cada vez más amor. El que tiene (y da) poco amor, se va apagando, se aísla, y tristemente puede perder lo poquito que tiene. No perdamos la esperanza: es momento de salir de debajo de la cama… ¡y brillar!

Clara Malo C. rscj

En la tormenta

Los momentos de dificultad ponen a prueba nuestra imagen de Dios. Algunos sienten que son momentos en que Dios los abandona. Otros tienen la falsa  idea de que, si pasa algo malo, es porque Dios los eligió para sufrir. Hay personas que, incluso, le piden “que  mejor no se acuerde de ellos”.

Fijémonos en las acciones de Jesús: ve a sus discípulos, se da cuenta de que van agotados, se acerca hacia ellos, les da ánimo, les pide no tener miedo. 

En nuestras dificultades, recordemos que Jesús nos ve, se da cuenta de lo que nos pasa y, si se acerca, es porque desea ayudarnos. Dejemos que entre a nuestra barca, que navegue con nosotros en la tormenta… Seguramente se irá calmando el viento.

Clara Malo C. rscj


jueves, 16 de diciembre de 2021

Esperando

 

José y María vienen camino a Belén. Podemos imaginar a todos los que lo esperan, aún sin saberlo...

El pesebre está esperando...  Ese refugio, poco humano fuera del trabajo cotidiano de limpiarlo y dar alfalfa a los animales, espera convertirse en un espacio capaz de acoger la vida de Dios.

Los pastores están esperando...  Metidos en su vida cotidiana. Cansados no sólo del trabajo, sino también de la pobreza, del futuro incierto, de la violencia, de las pequeñas miserias de su vida...   Esperan un salvador.

Los ángeles esperan...  Tienen el canto listo, porque su mayor deseo es anunciar una gran alegría. Poder ser portavoces de una Buena Noticia que no es una promesa más o menos lejana, sino certeza y cumplimiento: “Les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo...”   Y como Jesús diría muchos años después: “Y su alegría nadie se las podrá quitar”. 

domingo, 15 de agosto de 2021

La fiesta del Abrazo

La fiesta de la Asunción es muy recordada, pero creo que poco comprendida. Sin embargo, de unos años para acá, es de las afirmaciones de fe de la Iglesia que me dan más consuelo y esperanza. Tiene qué ver cómo entendemos el cuerpo y el alma ("en el cielo hay también lugar para el cuerpo", dijo Benedicto XVI al hablar sobre esta fiesta), y también con cómo imaginamos el encuentro con nuestro Dios después de esta vida. 
¿Qué “parte” de nosotros es la que se encuentra con la vida definitiva? No podemos decir que solamente el “alma”... sino todo nuestro ser, nuestra capacidad de relación, nuestra historia cargada de experiencias, todo aquello que nos permite decir “yo”. Cuando en la fiesta de la Asunción celebramos que María “fue asunta” al cielo en cuerpo y alma, lo que estamos diciendo es que Dios la recogió y abrazó entera; toda ella, con su historia, su vida, su memoria.  

El cuerpo nos sirve para relacionarnos con el mundo a través de nuestros sentidos, para entrar en comunicación con los demás a través de la vista, la palabra, el tacto y para transformar la creación interactuando con ella. Que María esté con Dios “en cuerpo y alma” significa que su capacidad de vernos y escucharnos sigue intacta, aunque no sea con los ojos y los oídos que tenía en Nazaret. Y lo que Dios hizo con María, primera creyente, lo hace con nosotros, cada uno de sus hijos. Así seremos recogidos, asumidos, abrazados. 

Cuando pienso en tantas muertes solitarias, en las familias que no pudieron despedirse y bendecir a sus enfermos, he pensado también en la fiesta de la Asunción. María, toda ella, se perdió en el abrazo de Dios.  Pienso que así nos abraza a cada uno, que así nos busca, que así nos recoge.  A quienes murieron sin el contacto consolador de la mano de sus hijos, a quienes mueren todavía hoy en circunstancias en las que no quiero pensar, los recoge en cuerpo y alma, con cuerpos que ya no están atormentados, que respiran libremente, que pueden danzar.

viernes, 18 de diciembre de 2020

Descansemos

Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera.  (Mt 11, 28-30)

La humildad descansa. Esa humildad que consiste en la verdad: qué puedo hacer y qué no. Qué cosas sé y cuántas otras ignoro. La soberbia, en cambio, es agotadora: puedo con todo, yo lo sé todo, soy el primero, no me puedo dar el lujo de quedar en segundo lugar, no debo tirar la toalla, no se vale rendirse… ¡Cuántas veces repetimos esos discursos, pensando que nos hacen “superarnos”! Jesús en cambio nos invita a descalzarnos, a bajar las manos, a reconocer nuestra verdad: nuestras cargas, nuestros agobios, nuestros cansancios.

No nos ofrece una vida “light” o sin responsabilidades. Sencillamente, nos ofrece la alternativa de vivir desde la mansedumbre, compartiendo mutuamente nuestras cargas, y aceptando que, casi siempre, hacer lo que podemos es ya suficiente. 

Clara Malo C. rscj

Imagen: George Rorris